El entrenador armero decide que el último entrenamiento sea
a puerta cerrada, una decisión sin precedentes en la reciente historia del
Eibar
Garitano dirigirá una sesión especial en Ipurua sin prensa ni aficionados. |
Es evidente que el partido que mañana dirimirán en Ipurua el
Eibar y el Alcoyano no es uno más. La conjunción de factores deportivos,
emocionales y sociales que acompañan al evento dibuja un singular escenario que
origina respuestas variadas y que a veces se salen de la cotidianidad. Precisamente,
esa especificidad del choque ha hecho tomar a Garitano la determinación de que
el último entrenamiento previo sea a puerta cerrada. La práctica es habitual en
muchos entrenadores de la primera categoría, pero es más residual y apenas se
recurre a ella a medida que nos sumergimos en el fútbol más modesto. De hecho,
no existen precedentes de una decisión siquiera parecida al menos en la
historia reciente del Eibar. Ha habido partidos con mucho en juego pero ni
Mendilibar, con el ascenso a Primera en juego en 2005, o Mandiola, en vísperas
de jugarse la permanencia o el ascenso en 2007 impidieron el acceso de los
aficionados ni de los redactores a las instalaciones.
En realidad, la tensión competitiva es máxima en un igualado
play-off de ascenso en el que se decide todo el trabajo previo que los equipos
han desarrollado en diez meses. Uno de los dos contendientes quedará apartado
de la sinuosa subida a la montaña que es la Segunda División, a la que aspiran
escalar dieciséis montañeros en esta dura promoción.
Aunque en las últimas fechas, la afluencia de aficionados se
superior como corresponde a los momentos previos de un encuentro con las
características del de mañana, no parece que el técnico haya adoptado esta
sorprendente medida por huir del clamor popular. Más bien, da la sensación de
que Garitano mañana va a mostrar en el ensayo a sus jugadores algo novedoso y
que está dirigido a la preparación del choque ante el Alcoyano. Y lo que va a practicar
no quiere que se sepa en Alcoi, y como los que cuentan y escriben es la prensa,
se le prohíbe acceder al recinto.
Malestar con el
arbitraje
Un
acontecimiento relevante como un play-off es capaz por sí sólo de cambiar
conductas que se llevan poniendo en práctica durante muchos meses. Una de las
directrices constantes del ejemplar modo de proceder de Gaizka Garitano ha sido
no criticar los arbitrajes, a pesar de que han proliferado los motivos en las
últimas jornadas. Ni siquiera en el partido decisivo de la 36ª jornada en la
que aún aspiraba a ser primero de grupo en Lleida quiso enjuiciar la labor arbitral.
“Uf, mejor no digo nada”, contestó cuando se le pidió una valoración del
árbitro que pitó dos penaltis en contra. Pero algo cambió el pasado domingo al
término del partido de ida en El Collao. Sin que ningún informador le
interrogara, Garitano mostró su malestar con el arbitraje. Más que al penalti,
el joven técnico se refería al diferente criterio empleado por el colegiado en
la señalización de las cartulinas. Además, Arroyo se tuvo que retirar lesionado
y ya no jugará más esta campaña tras una espeluznante entrada que no tuvo ni la
consideración de falta. En realidad, estamos asistiendo a una modificación de
los hábitos habituales de actuación debido a la peculiaridad de lo que hay en
juego.